Herejía Escolar

Bryam Colan Hernandez

2/8/20202 min read

Los padres casi siempre pensamos que la formación moral del niño y adolescente se construye y forja en la escuela. Muchos incluso realizan reclamos sobre cuanto la religión puede ayudar a las escuelas a conseguir la moralidad y que debe ser utilizada para reformar a nuestros hijos. Pero ¿Necesitaremos siempre de la espiritualidad en la escuela para resolver conflictos morales?¿Será la religión un curso fundamental para formar la moralidad en los niños?

Para todos los que hemos pasado un curso de religión en la escuela, sabemos que nos han enseñado cosas como, el calentarlo religioso, interpretaciones sobre el catecismo y la biblia, canciones de alabanzas, el nombre de nuestro creador, entre otras cosas.

Por otro lado, en persona, familia y relaciones humanas o cursos similares, nos han enseñado aspectos a la convivencia personal, trabajo en equipo, noción del yo, valores, identificación de virtudes y tolerancia de defectos del otro y estas cosas terminaban en situaciones que, gracias al curso, el estudiante entendía mejor, como la valoración de sí mismo como persona, su desarrollo y crecimiento biopsicosocial y el respeto por su cultura e historia.

Es importante decir que el diseño curricular debe ligarse a cuestiones científicas y filosóficas del desarrollo humano y que los votos religiosos (que son diversos y por ende innecesarios que se lleven en la escuela) deben ser llevados en las propias iglesias como parte de su formación cultural complementaria y no de manera obligatoria e impuesta.

Aprender a pensar implica cuestionar, crear, mejorar, yerrar, no obedecer o anteponer la existencia de algo. Nos hemos pasado los últimos 100 años tratando de impulsar el pensamiento crítico o complejo, para tomar decisiones que impliquen una mejora en la humanidad y seguimos arrastrando un formación complementaria innecesaria en el sistema escolar, que, aunque cada vez sea más "democrática", ya que permite libertad de credo, pretende la construcción teista de la vida como competencia en el dcn.

Finalmente, tener como religión oficial la católica, en escenarios tan importantes en una sociedad del conocimiento para hacer ciencia y filosofía como base cultural, debería ser un cambio pendiente en la constitución y luego en las normas que rigen la formación humana dentro de la formalidad. No se trata de eliminar dejando un hueco, se trata de sustituir el curso por uno que desde un inicio tenga una mirada panorámica de la espiritualidad en el mundo, incluso la atea, y le permita al estudiante elegir la que piense que puede fortalecerlo como persona.

Quizá esto suene a herejía escolar, pero es importante que entendamos hacia dónde vamos como humanidad y que las imposiciones no deben jugar un rol en el estado de nuestra condición humana. No se trata de eliminar, sino de evolucionar en la cultura para sanar heridas históricas y aprender a pensar para no volver a ser humillados.